COSAS INÉDITAS

Óleo:"Aryssa y Xadel", Ciruelo (2002)

A sus ojos enormes, en su carita pecosa, no se les escapa nada. Preocupada siempre por el murmullo de   su grupo, a Katherine no le tiembla el pulso para repartir unos buenos insultos y unas trompadas si alguno osa reírse de ella, de sus ojazos, de su Paraguay materno. Es tan inquieta que pocas veces la he visto sentada. Kathy tiene su propia velocidad y sabe esquivar las balas como el tipo de Matrix, pero sonriente. Rápida y a los golpes se deshace de los problemas. Y los problemas vuelven siempre a los golpes: en la escuela, en la vida, en el barrio es así. Un día de tantos estamos sumergidos en la nube calurosa del aula, rodeados por otros problemas. Las fracciones y sus caprichos nos tienen a todos muy ocupados. Ya son más de las cuatro de la tarde y otra vez nos encontramos resolviendo situaciones en donde se reparten pizzas o chocolates de maneras francamente ridículas, pero intelectualmente estimulantes. El ventilador del techo del aula remueve nuestras ideas, del aire fresco tenemos sólo el recuerdo.
Kathy va resolviendo algunos problemas alternativamente en la carpeta y en el libro. Nunca se lo dije, pero me encanta su letra redonda y grande como sus ojos. Cada actividad que resuelve -según ella- requiere de mi aprobación para continuar. En esta última que me ha mostrado, le señalo algunos problemas y dificultades, con lápiz escribo en su hoja ejemplos y hago dibujos, y ella entiende inmediatamente. Toma su goma de borrar y hace desaparecer en un santiamén su escritura y la mía.
-No era necesario que borres lo que hicimos, eso puede quedar en la carpeta y no está mal- le digo- ¿Por qué lo borrás?
-Es que soy tan delicada- me contesta.
Ambos nos miramos y sonreímos franca y amistosamente.

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