BESOS DE TÍA TRAVA

Imagen: Anahí Bazan Jara

(Una reseña de Crianzas* de Susy Shock)

Un mimo, una caricia a pelo y contrapelo, de palabras. Susy le pone voz a ella misma para contarnos un mundo real, para que veamos un mundo posible, o nos muestra un mundo posible dentro del mundo real. Como quieran. Es voz que enseña desde una autopercepción y una identidad tan dignas que no cabe el grito como recurso. Incluso, cuando las situaciones que narra (la discriminación entre adultos que ponen incluso a lxs niñxs como excusa, las injusticias en los barrios del margen, la “soledad” de ser disidencia) suponen la necesidad de un grito, Crianzas es eminentemente una voz solida de carne y hueso, graciosa (en más de un sentido) y bella (en más de un sentido).
“Soy una trava, LA tía trava de Uriel, que vive enfrente del Centro Comunitario en el mismo barrio donde vivís vos. LA trava del barrio. Así. Con LA.”
El libro surgió como deriva de unos “micros” grabados por la autora para la radio digital de la editorial lavaca.org. Alguien pensó que tenía como resultado un libro o era un libro que resultó -primero- radio. Como quieran. Yo sugiero de todas formas, y en el algún momento, escuchar a Shock, pero no perderse ahí. Ojo, puede que nos perdamos igual, más si la escuchamos cantando baguala o en el recitado de algún poema suyo… “Mi derecho a ser un monstruo” te pone la piel de gallina. Pero si pueden hagan el ejercicio de leerlo primero. Como experiencia, no como método. Si al tercer relato, les da curiosidad escuchar la voz grabada, la magia también funciona. A mí me pasó así. Pero el libro, insisto en esto, bien puede prescindir de la materialidad del aire.
En todo el libro, hay confianza en la sensibilidad. La sensibilidad como estrategia del libro en general, como horizonte, como futuro de sociedad “bien linda”, hilvana el sentido de lo narrado. Una sensibilidad por otro lado orgánica con la ternura o una ternura imbricada en la sensibilidad de todo lo dicho…
“(…) una busca las zapatillas que sean buenas y de buenos precios, porque el sobrino las necesita y los precios están altos. Así que mientras ellos (los vendedores) miran a la trava, la trava mira atentísima los precios.”
Un destinatario es la “crianza”, lxs niñxs, pero también en el sentido castizo, el proceso por el cual educamos en los núcleos familiar, social y comunitarios a lxs niñxs. Por ende, el destinatario es también un adulto, una adulta, una mamá, un papá, un tío, una tía, un vecine. Hay una invitación a la proximidad, sabiendo distante la mayoría de miradas. Se busca como se busca una pareja de baile, al lector o lectora. Suave, sin tironeos, pero sin concesiones. Con gracia, pero sin sacudones. Lentejuelas de barrio también hay.
De todo lo bueno que tiene, aquí me guardo el final -obvio- para lo último. Un final puede ser a veces sólo un cierre necesario, una conclusión como repaso de lo actuado, de lo dicho, de la o las historias. Pero también es, o puede ser, una llave virtuosa que abra. También puede ser una carta, un mensaje. Susy se despacha unas palabras en el estribo para quién fuera su maestra de 1° y 2° grados en Ituzaingó durante los años ´70. Unas palabras de gracias y de abrazo que nos dan justo en el pecho guardapolvo y nos devuelven allí, al territorio de nuestras verdades, a nuestra querida trinchera, la escuela pública.
“No vengo a retarte; vengo a que me conozcas. ¿Y sabés por qué? Porque hay un amanecer soñado asomando y estaría bueno que no te lo pierdas, que no nos lo perdamos.” Dice casi al comienzo Susy. Habrá que ir a ver.

*Crianzas. Historias para crecer en toda la diversidad; ilustrado por Anahí Bazán Jara; prólogo de Marlene Waynar; Claudia Acuña. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Muchas Nueces, 2016.

  

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