Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy cercana, Maxi
dibujó una historia sobre un maestro y su hija. Dibujó una historia que
escribió un Eduardo escritor. Dibujó la historia que le leyó su maestro hace
mucho, mucho tiempo cuando en la escuela aprendieron qué había sido la última Dictadura Militar. Los dibujos aparecieron en una computadora vieja. Llegaron como
botellas caprichosas arrojadas en un mar bits.
Esta es la historia del maestro Didaskó Pérez y su hija
Milay, que escribió un Galeano periodista y que algunas veces leen y dibujan los Maxis de nuestras escuelas.
PÁJAROS PROHIBIDOS*
(1976, en una cárcel del Uruguay, Montevideo)
Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír,
cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni
recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni
pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas
ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La
hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la
cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están
prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los
circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños
círculos entre las ramas:
-¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar:
-Ssshhhh.
Y en secreto le explica:
-Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.
*En El libro de los
abrazos (1989)
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